A menudo me preguntan la diferencia entre un vino con corcho y uno con tapón de rosca de aluminio. Empezaría diciendo que prefiero abrir una botella con corcho, no sólo por el ritual que involucra, si no también porque el corcho natural permite la micro oxigenación dentro de la botella, esencial en la conservación de los vinos de guarda. Los vinos que se elaboran para consumo rápido, no necesitan esa oxigenación y pueden llevar un corcho sintético o de aluminio.
Ahora bien, hay diferentes tipos de corchos y el ideal es el tapón de corcho natural de una sola pieza (de la corteza del árbol); existen otras variantes como el colmatado, el aglomerado o el de rosca de corcho, entre otros. Un corcho natural le puede permitir a una botella conservar sus propiedades durante 30 años o más. Además la TCA, una composición que se adhiere al corcho cuando hay malas condiciones de humedad y altas temperaturas que afectan al vino, se ha venido reduciendo con el tiempo gracias a la tecnología.
Para terminar le diría a los ambientalistas que el corcho es una capa protectora del alcornoque, compuesta por células muertas y huecas que se regenera para proteger el tallo del árbol. Es decir que el alcornoque no se tala para producir corchos, únicamente se retira su corteza “muerta”, la cual vuelve a crecer sin afectar al árbol. La utilización de los corchos naturales permite además el aumento de superficies de bosques, mientras que la sustitución por otros componentes genera todo lo contrario, además de la producción y aumento de materiales contaminantes en nuestro planeta.